lunes, 9 de junio de 2014

Suicidio y homosexualidad - Columna



Suicidio y homosexualidad
 Homosexuales, no hay que terminar con nuestras vidas, ser homosexual no es grotesco, no es un pecado, no es algo de lo que debamos sentir vergüenza.

A mis 16 años de edad recuerdo que sujetaba un cuchillo en mis manos. Un llanto incontrolable dominaba a mis sentimientos y a mi futuro. En aquellos tiempos de adolescente pensé en suicidarme muchas veces. Luego pensé en el sufrimiento que tal acción ocasionaría en mis amigos y familiares.

Muy a tiempo me di cuenta, que no era justo terminar con mi propia vida, por el odio que percibía de otros hacia los homosexuales.

La depresión en la comunidad LGBTT, es un tema poco estudiado y el cual, debe ser tratado como un asunto de salud pública. La depresión no es culpa de la persona que la padece, tampoco es una debilidad de la personalidad.

Los trastornos depresivos en los homosexuales poseen factores predisponentes, muy proliferados en todas las esferas de la sociedad. Lamentablemente, en la iglesia por ejemplo, crecemos escuchando epítetos peyorativos como ‘aberrantes’, y ‘sodomitas’, así como condenas contra los homosexuales.

En la escuela y en el resto de la sociedad, en los programas de radio y en la televisión, escuchamos burlas, bromas y comentarios ofensivos contra los homosexuales. Unamos a esto, las agresiones, violaciones sexuales, asesinatos y las recientes manifestaciones religiosas en contra de la otorgación de derechos a la comunidad LGBTT.

Es importante reconocer que hay muchos jóvenes pensando, como yo lo hice alguna vez, que el suicidio les ayudará a salir del infierno que representa vivir una doble vida o ser víctimas de la homofobia.

El suicidio es el resultado de una conducta psicopatológica que puede ser catalogado como un fracaso adaptativo. No todos logramos adaptarnos y superar el daño emocional que causa la homofobia. Por ello es importante prevenir el suicidio en los jóvenes, y en la comunidad LGBTT.

Para muchos (as), quizás es muy fácil llamar a un homosexual aberrante, sodomita o enfermo sexual. Es muy fácil llamarle pato o loca, pero lo que no es fácil y jamás lo será, es enfrentar estos tipos de comentarios, que sufrimos a diario los homosexuales. Muchos lo sufren en silencio, lo que empeora la situación. 

Analice la importancia de considerar poner en un lugar más alto el respeto hacia su prójimo. Piense antes de insultar a algún homosexual, que quizás ese joven que repentinamente se ahorcó en su cuarto, era un homosexual aturdido por causa del rechazo.

En todas las familias hay algún miembro de la Comunidad LGBTT. Antes de volver a ofender a un homosexual, piense también, que usted puede tener un hermano, amigo (a), o hasta un padre que es homosexual viviendo una doble vida.

Piense que ese familiar al que amas, pudiera terminar con esa doble vida dando paso al suicidio. ¿Vale la pena odiar tanto a los homosexuales, o temerle tanto a lo único que deseamos, que es amar en libertad y tener todos los derechos que merecemos como seres humanos dignos?
Esta es mi historia. Espero ayude a quienes odian a los homosexuales  a comprender la importancia de respetar las diferencias. Urge la necesidad de crear campañas en las escuelas y en los medios para prevenir el suicidio en las poblaciones que son minoría y victimas del discrimen.
¡Homosexuales! no hay que terminar con nuestras vidas, ser homosexual no es grotesco, no es un pecado, no es algo de lo que debamos sentir vergüenza.
Siendo quienes somos, elevamos el amor y viviendo, solo viviendo con la frente en alto, lograremos llenar de amor a esos corazones que fueron atolondrados y confundidos por el fundamentalismo.
Ese fundamento extremo y envuelto en odio, que sí debería dejar de existir en la mente de nuestros familiares y amigos. Comentarios: eljimagua@live.com.


Por: Francisco ‘El Jimagua’ Cartagena Méndez
Escritor y activista de derechos humanos
Twitter: @eljimagua


 

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