Francisco "El Jimagua" Cartagena Méndez
Activista Social y Escritor
Cuando los sufrimientos y rechazos que padecemos los homosexuales son convertidos en escudos, el futuro se presenta más alentador e idóneo para ser capaces de alcanzar la felicidad tan anhelada. El amor no reconoce de discrimen, ni de coartaciones, por lo que no se debe dar la espalda a querer a esa persona especial que nos hace suspirar, y que aún siendo de nuestro mismo sexo, no representa una ‘mala acción’ o ‘acción pecaminosa’ como la mayoría hace ver.Y es que los homosexuales fuera del armario nos enfrentamos a una batalla cara a cara con la homofobia, la burla y la insensibilidad escolar, religiosa, política y social que juzga, señala y se mofa de nuestra identidad.
Etiológicamente hablando, estas conductas de discrimen y mofas tienen su origen desde la adolescencia, en donde los jóvenes se tornan insensibles con sus compañeros de clase. Por ejemplo; quién no recuerda las burlas escolares al obeso, los cuatro ojos, o el amanerado. Esto se da ante el mal ejemplo social que es protagonizado a diario, tanto por familiares, líderes políticos y religiosos, así como por programas televisivos en donde se suscitan todo tipo de violencia, discrimen, homofobia y burlas que influyen negativamente en tan importante transición entre el infante o niño de edad escolar y el futuro adulto.
Esta transición de cuerpo y mente, proviene no solamente de uno mismo, sino que se conjuga con nuestro entorno, el cual es trascendental para que los grandes cambios psicológicos que se producen nos permitan llegar a la edad adulta de manera adecuada. Este panorama empeora debido a que el homosexual o la lesbiana adolescente, tiende a reprimir su realidad, y oculta sus sentimientos. Crecen sin poder expresar como los demás lo que sienten, así como de quién se enamoran, por el temor a la burla y el rechazo. Esto da paso a la doble vida y la auto-negación de la homosexualidad mediante un comportamiento heterosexual que es adjudicado al temor.
Algunas preguntas que podemos hacernos y que resultan de gran ayuda para poder ser capaces de aceptar nuestra identidad sexual lo son; si verdaderamente el señalamiento y la imposición de la heterosexualidad sobre la homosexualidad son motivos suficientes para hacernos sufrir y negar nuestra realidad, cuando esas personas que nos señalan y ofenden viven tal y como son. ¿Qué nos hace diferentes? ¿Quién tiene el derecho a juzgarnos y decidir como vivimos nuestras vidas? ¿Por qué no podemos amar como aman los demás?
Así que ofenderse ante el ofensor sería darle la razón y otorgar un supuesto derecho a proseguir con sus conductas ofensivas, mientras que por el contrario, si nos intentan ofender y nos mostramos fuertes y orgullosos de nuestra identidad sexual, se hará tan pequeña dicha ofensa que no la veremos pasar por nuestro corazón. Por lo que la indiferencia es la mejor arma que se puede emplear en contra de aquellos (as) que provocan algún mal en nuestras vidas, teniendo entonces que comenzar por no permitir que esas ofensas, y creencias equivocadas sobre la homosexualidad repercutan en efectos negativos que obstruyan el camino a nuestras metas y a nuestra felicidad.
En resumen, no debemos permitir que los demás vivan nuestras vidas, ya que quien debe aceptar tu homosexualidad es tu corazón, bombeando la valía necesaria para que camines de frente a todo y a todos, siendo quien eres. Recuerda que no son los demás lo que tienen que aceptarte, sino tú mismo (a). Recuerda que si naciste siendo homosexual, lesbiana, bisexual, transgénero o transexual, vivir como tal te hace más grande que cualquier mal u ofensa que pudieran hacerte los demás. ¡Sé quién eres, se que puedes lograrlo! Comentarios a: eljimagua@live.com
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