8 de mayo de 2013
La vida fácil de un homosexual
Francisco Cartagena Méndez - EL JIMAGUA (Activista social) - PUERTO RICO
Publicado originalmente en el periódico El Nuevo Día www.elnuevodia.com/columna-lavidafacildeunhomosexual-1507...
Cada
amanecer nuevo es una esperanza de aceptación, si con ella llega el
respeto a una identidad tan señalada y humillada. Cada respiración nueva
es un milagro en hombres y mujeres que sufren en silencio el agravio de
tener que vivir una doble vida. Cada palabra homofóbica es un cuchillo
que atraviesa el alma de quienes aún seguimos luchando por la equidad.
Es muy fácil aparentar
ser otra persona o ser una mentira. Es sencillo aunque esta acción
venga acompañada de lágrimas, autodesprecio, temores, sufrimientos y
efectos que nos marcarán por toda una vida.
Hay muchas
alas que han sido rotas por el discrimen. Almas que sangraron por la
esterilidad del verbo eclesiástico, en la negra lengua que crece raíz
tras raíz tras en una sequía de amor al prójimo. Muchas otras alas se
romperán, así como muchos jóvenes se quitaran la vida ya cansados del
rechazo, atolondrados ante la idea envuelta en el temor que supone el
que los demás se enteren de su identidad de vida. Pero es tan fácil ser
homosexual.
Muchos hombres y mujeres a su vez se verán
forzados a vivir una doble vida. En la sencillez de ser homosexual, se
casarán con personas del sexo opuesto, según como la religión y la
mayoría lo establecen. Sucederá que fácilmente el instinto verdadero
terminará por dominar la mentira. Así la infidelidad forzada forma parte
de la facilidad que es elegir ser homosexual.
Es que
fácilmente a nosotros nos gusta enfrentarnos al desprecio, a la burla
social, familiar y escolar. Somos las comunidades LGBTT tan masoquistas
que añoramos encararnos al discrimen laboral, gubernamental,
fundamentalista religioso y al dedo señalador que causa tanto sufrir.
Lo cierto es que el discrimen y la homofobia son conceptos
adheridos a la realidad puertorriqueña. El fundamentalismo en sí es real
a través de las continuas manifestaciones públicas que protagoniza una
gran parte del sector religioso conservador en nuestra sociedad.
Son las nuevas cruzadas, ésas que sin escudos y espadas
abarrotaron los predios frente al Capitolio para entonar coros y
cánticos de amor al prójimo, pero de forma muy contradictoria a sus
reclamos, emite condenas contra los derechos de sus propios familiares
homosexuales.
Ellos deben comprender que nosotros los
homosexuales sólo deseamos dejar tanta "facilidad" al sufrir tormento y
rechazos, para poder sentir el amor libre y verdadero. Que sólo deseamos
tener iguales derechos y amar a quien elige nuestro corazón, no el que
nos impone las cadenas de la moral.
Sepan además que
mientras el árbol del fundamentalismo que florece entre mentira y engaño
prosiga echando raíces haciendo de la vida de un homosexual un
verdadero infierno en la misma tierra que fue cubierta por la
misericordia de Jesús y de su sangre, -sí, aquél mesías que ellos mismos
reclaman y que nunca juzgó ni condenó a ser humano alguno-, seguiremos
luchando con ahínco, pasión y verdad.
Déjennos hacer con
nuestro libre albedrío en su definición más completa, lo que queramos.
No juzguen, no insulten, no condenen, pues todos tenemos un techo de
cristal.
Los invito a tirar la primera piedra, si con esas rocas hacemos nosotros nuestra muralla de lucha y justicia.
Comentarios a eljimagua@live.com
Soy un homosexual libre, pero no siempre fui una verdad. Hubo
tiempos en los que el viento social sometía a tanta presión mi armario,
haciendo que me sintiera amilanado, triste y lleno de rencor, que su
puerta se mantuvo cerrada por muchos años. Fue mi propia verdad la que
sostuvo el vuelo, como una pulsera de alas sexuales. Sexo a sexo
encontré el despegue en mi identidad por fin desnuda, en ella hallé el
viento que sopló mudo en mi boca.
Biografía/Biography
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