jueves, 6 de noviembre de 2025

El Fanatismo Político como Obstáculo Epistemológico y Desesperanza – Francisco El Jimagua

 

Por Francisco El Jimagua Cartagena Méndez

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El fanatismo político no es simplemente una pasión desbordada por una ideología o figura pública; es una forma de ceguera voluntaria que impide el pensamiento crítico y la evolución colectiva. El fanático no busca comprender, sino confirmar sus creencias. Por eso, elige líderes que no lo confronten con verdades incómodas. Esta dinámica, profundamente arraigada en la psicología del poder, ha tenido consecuencias devastadoras tanto en Puerto Rico como en Estados Unidos.

Durante décadas, el bipartidismo ha dominado el escenario político puertorriqueño, con el Partido Popular Democrático (PPD) y el Partido Nuevo Progresista (PNP) alternándose el poder. Esta repetición cíclica ha perpetuado estructuras ineficientes, clientelismo y una cultura de impunidad. A pesar de que existen otras opciones —como el Movimiento Victoria Ciudadana, el Partido Independentista Puertorriqueño, y alianzas emergentes que promueven transparencia, ética y liderazgos con mérito— el fanatismo partidista impide que muchos ciudadanos consideren alternativas. No se vota por propuestas, sino por banderas. No se evalúa la capacidad, sino la fidelidad. Así, el país se estanca en una mediocridad institucional que normaliza lo inaceptable.

En el contexto norteamericano, la reelección de Donald Trump ha sido un ejemplo alarmante de cómo el fanatismo puede distorsionar la realidad. A pesar de múltiples escándalos, retrocesos en derechos civiles, políticas migratorias crueles, y una gestión polarizante, millones de votantes lo respaldaron nuevamente. ¿Por qué? Porque el fanático no evalúa hechos, sino emociones. Desde su retorno al poder, Estados Unidos ha enfrentado una intensificación de la división social, un aumento en los crímenes de odio, retrocesos en derechos reproductivos, y una política exterior marcada por el aislamiento y la confrontación. La economía, aunque estable en algunos indicadores, ha mostrado signos de desigualdad creciente, mientras que la confianza en las instituciones democráticas se ha erosionado.

Desde una perspectiva psicosocial, el fanatismo político opera como un mecanismo de defensa colectivo. Ante la incertidumbre, el miedo al cambio o la frustración histórica, muchas personas se aferran a figuras o partidos que les ofrecen una identidad estable, aunque esta esté construida sobre narrativas falsas o simplistas. El fanatismo no solo distorsiona la percepción de la realidad, sino que bloquea la empatía, la deliberación y la apertura al diálogo. Se convierte en una forma de pertenencia emocional que sustituye el pensamiento crítico por lealtad irracional. En este contexto, el fanático no evalúa propuestas ni reconoce errores: defiende lo indefendible, incluso cuando las consecuencias sociales, económicas y éticas son evidentes.

 Cambiar de paradigma político no es traicionar una historia, sino abrirle paso a una nueva. Cuando se rompe el ciclo de lealtades ciegas y se apuesta por ideas frescas, éticas y bien fundamentadas, se abre la posibilidad de construir un país más justo, inclusivo y funcional. Esta transformación no solo beneficia a quienes viven el presente, sino que siembra esperanza para las generaciones futuras, para que no repitan la suerte de quienes eligieron mal por miedo, por costumbre o por fanatismo. Apostar por el mérito, la transparencia y la verdad es un acto de responsabilidad intergeneracional. Es elegir con conciencia, no con reflejo condicionado.

A modo de Conclusión

Durante los últimos 76 años, los dos partidos que han alternado el poder en Puerto Rico han dejado una huella de endeudamiento masivo, retrocesos en derechos fundamentales y un aumento sostenido en el costo de vida que golpea con mayor fuerza a las comunidades más vulnerables. Su gestión ha perpetuado un modelo de desigualdad, dependencia y abandono institucional. Por eso, seguir apoyándolos no es solo un acto político: es una renuncia colectiva a la posibilidad de un país más justo, digno y verdaderamente libre. Comentarios: eljimagua@live.com


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