Rompiendo el mito de la familia tradicional
Por: Francisco El Jimagua Cartagena Méndez
Escritor, Columnista Activista de Derechos Humanos
presidente Fundación ASI
Twittr: @eljimagua
Los fundamentalistas utilizan el concepto
‘Familia Tradicional’ para perpetuar su homofobia en contra de las familias
diversas. En su afán por odiar a las personas homosexuales, atentan también en
contra de familias heterosexuales que por ciertas circunstancias, terminan
rompiendo el mito de familia tradicional.
El primer grupo humano al que se
pertenecen es la familia (del latín familĭa),
célula fundamental de la sociedad. Según la Declaración Universal de los
Derechos Humanos, es el elemento
natural, universal y fundamental de la sociedad, tiene derecho a la protección
de la sociedad y del Estado.
Desde la perspectiva histórica que supuestamente
el hombre se hizo para la mujer y que, por dicha razón las únicas familias bien
vista por ciertos “dioses” son las compuestas por hombre y mujer y sus hijos, cientos
de líderes religiosos condenan cualquier otra definición y representación del
concepto familia.
La sociedad actual se
caracteriza por una diversidad de estructuras familiares como las nucleares;
compuestas por el padre, la madre y los hijos de éstos, biológicos o adoptivos. Las nucleares en serie; de naturaleza nuclear pero un
miembro de la pareja o ambos estuvieron casados con anterioridad y traen los
hijos de la familia anterior a la nueva unión. Por otro lado están las madres
solteras y las familias homosexuales (Cartagena, 2010).
El concepto familia tradicional
es un mito creado para amedrentar y dividir a nuestra sociedad, desde el dominio
y el poder de ciertas denominaciones religiosas con líderes fundamentalistas
que, se lucran de la opresión y la confusión en la que mantienen a sus feligreses y a la sociedad en
general.
En el pasado, la mujer era
objeto de discrimen y machismo en su entorno familiar tradicional. Tampoco
tenían derecho a la toma de decisiones, ni derecho a trabajar y ganar su
sustento. Otros miembros de la familia sufrían enormemente desde la falda de
sus familias tradicionales, ya que debían ocultar sus sentimientos, deseos y
realidades de vida.
Desde la familia nuclear o
“tradicional”, muchos jóvenes (incluyendo adolescentes mujeres) eran obligados
(as) a tomar terapias electro convulsivas, psicológicas y otras terapias mucho
más represivas para “eliminar” el feminismo en el varón, o la masculinidad en
una hembra. Lo mismo sucedía con los homosexuales confesos a quienes se les
intentaba “curar” su homosexualidad.
Lo cierto es que la familia
tradicional es un mito. Muchas de estas familias supuestamente tradicionales
enfrentan un sin número de problemas familiares y sociales. Tan solo basta leer
los titulares de la prensa sobre casos de violencia del hombre hacia la mujer,
o padres heterosexuales que maltratan o abandonan a sus hij@s, para darnos
cuentas del mito de la familia tradicional.
Muchas de estas familias, desde
la hipocresía están sumidas en la infidelidad, hombres y mujeres con hijos
fuera del matrimonio, la violencia doméstica, la homosexualidad oculta en
algunos de sus miembros, entre otras realidades de vida, que les hacen familias
totalmente diversas y poco tradicionales.
Existen abuelos y abuelas
criando a sus nietos, o tíos (as) criando a sus sobrinos. También hay hermanos
(as) mayores que terminan creando a sus hermanos, porque sus padres no pudieron
hacerlo debido a problemas con las adicciones, psicológicos o legales.
Sin embargo, la perpetuidad del
concepto familia tradicional y la negación de redefinir el concepto familia,
sigue siendo un gran problema social que amerita mayor estudio y apertura.
Por tanto, se hace conveniente
redefinir el concepto familia de manera universal, para que todas las familias
puedan tener acceso al respeto social, y así puedan ser protegidas por los
países en torno a sus derechos constitucionales, jurídicos y legales.
Las familias homosexuales también
merecemos tener todos los derechos y protecciones legales que las familias
nucleares o heterosexuales.
Los tiempos han cambiado y todo
cambio social debe enmarcarse en la protección universal de los derechos
humanos, sin discriminar por ninguna razón que carezca de objetividad legal.
Es importante dejar a un lado
los dogmas extremos de ciertas creencias religiosas, mediante las cuales se
ha perseguido, asesinado, discriminado a
la humanidad. Es importante proteger a todas las familias y reconocer que la
familia tradicional nunca ha existido, salvo en las mentes opresoras del
fundamentalismo religioso.