domingo, 30 de mayo de 2010

Hoy soy gay, mañana beato, periódico El Nuevo Día

13-Marzo-2010

FRANCISCO CARTAGENA MÉNDEZ
Escritor y Activista Social

Hoy soy gay, mañana beato

Los estados y la religión cada día se presentan hacia la comunidad gay como el suspiro de un ser humano oprimido, una identidad doblegada a vivir en la mentira, un sentimiento de almas sin libertad, la cárcel del temor y el sufrimiento de hombres, mujeres y jóvenes que lloran su realidad. Es un motor creador de odio, desprecio y confusiones.

Existen animales que nunca pueden ser domesticados, en cambio, hay seres humanos que por el temor y una cultura milenaria de atropellos, señalamientos y homofobia insensible, se dejan adoctrinar y hasta van en contra de sus instintos y su verdadero propósito de vida.

Peor resulta que lleguen a sentirse seres pecadores por ser quienes son, cargando una culpa religiosa y moral irreal, autodespreciándose, al ver cómo su realidad es doblegada mediante la burla, las ofensas e ideas fundamentalistas que carecen de verdaderos fundamentos y que se funden junto a prédicas a conveniencia. Mucho se habla del “libre albedrío”, y de aquello de “ama a tu prójimo como a ti mismo”, citas que parecieran no existir al referirse hacia la comunidad gay (Lésbica, Gay, Bisexual, y Transgénero).

Asimismo, el ahora cantante Héctor Gustavo Ruiz, hermano del salsero Víctor Manuelle, reveló haber abrazado el evangelio expresando públicamente que “yo conocía del Señor y sabía que él existía. Pero, sentía que yo no era lo suficiente para Dios”, lo cual refleja lo que antes mencionaba, o simplemente es sólo parte de un montaje publicitario, ya que su verdadero instinto homosexual le acompañará en cada melodía religiosa.

En mi corta carrera como activista social he escuchado en numerosas ocasiones tanto por heterosexuales como por homosexuales, ideas equívocas de los gay “estar en pecado”, “los gay van al infierno” o “el hombre se hizo para la mujer”, entre otras afirmaciones muy lamentables. La diversidad en el mundo sufre, es callada, humillada y asesinada, es por ello que ante tales atropellos y confusiones hay que seguir luchando por la equidad.

La realidad es que todas estas creencias doctrinales en torno a la religión como fuente de opresión hacia la homosexualidad resultan ser para los marginados inútiles, solamente útiles en la creación de hombres y mujeres homosexuales que llevan una doble vida.

Si yo me hubiese dejado llevar por el sufrimiento adolescente de vivir en temor, aparentando ser alguien que no era y escuchando a diario cosas horribles sobre los gay, definitivamente dejaría de ser homosexual para convertirme en beato.

Sólo que el cielo no puede taparse con la mano, como la religión y el gobierno pretenden tapar, asesinatos, actos de corrupción, violaciones sexuales, entre otros actos verdaderamente inmorales y llenos de pecado, muchos de ellos ocurridos dentro de enormes iglesias en la presencia del mismo Dios.

Es como si la religión y los estados necesitaran del sufrimiento de las masas, para poder subexistir, dominando y lucrándose de la opresión. Construyen sus aposentos mediante bases profanas, llevando la división de la sociedad en clases sociales y sectarias. Yo apuesto a una sociedad y un Puerto Rico en donde todos y todas seamos reconocidos mediante la equidad, otorgando a cada ser humano los mismos derechos, libertades y oportunidades. Hacer lo contrario es más de lo mismo.

Políticos y líderes religiosos hagan historia, pero que quede marcada a base de lo que tanto promulgan, la libertad individual, que todos y todas somos hijos de Dios y que en Puerto Rico hay igualdad de derechos, lo que es como muchas cosas, falso. Hoy soy gay, mañana y siempre.

Correo del autor: eljimagua@live.com

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