“La vida pasa por nuestros ojos como un relámpago asesino. La homofobia arrebató de mis labios, aquellos besos en mis tiempos de adolescente, en los que quise besar a otro chico. Tuve que ocultar por muchos años mis deseos y mis sentimientos homosexuales. Fueron tiempos en los que lloré tantas noches, cuando la felicidad era un acto hipócrita en mi persona”.
Guardo mucho rencor con la vida. No pude amarles, no pude sentirles, no pude besarles. Ellos a mí tampoco, hoy tengo la inmensa duda sobre si alguno también ocultaba su homosexualidad.
Descubrí desde muy corta edad que tenía una gran atracción física por otros chicos. Me gustaban físicamente y lo comprendí desde mis seis años de edad, sino desde antes. Ya a los ocho o nueve años de edad, varios compañeritos de escuela me provocaban palpitaciones y emociones que aún no comprendía del todo.
“Pero mi interior me advertía que no debía expresar lo que estaba sintiendo, ya que si lo hacía, sufriría mucho. Oculté mi verdad y oculté mis sentimientos. Nací homosexual, pero crecí siendo un heterosexual más. Tuve muchas novias de escuela”.
Llegué entregar uno de esos papelitos en los que los chamacos preguntamos a una chica ‘¿quieres ser mi novia, me das el sí?’, pero en realidad deseaba más a los chicos. Actualmente tengo 29 años de edad y se me hace difícil comprender, por qué no tuve la oportunidad de ser quien soy desde mi niñez. Uno pierde emociones, oportunidades y deseos, pero sobre todo, uno pierde esperanzas ya sin retorno.
Esos amores platónicos de la niñez o la adolescencia ya no volverán. Simplemente me fueron arrebatados por causa del discrimen religioso y la homofobia. No es justo.
Me pregunto; ¿habrá soñado conmigo alguno de esos chicos con los que yo soñé?, ¿si hubiera tenido el valor de confesar mis sentimientos, estos hubieran sido recíprocos en algún momento de mi niñez o adolescencia?
También me pregunto; ¿Cómo hubiera sido el haber podido sentir un beso de otro chico en la escuela, poder realizar mis deseos sexuales, mis deseos homosexuales sin que nadie se alarmara, sin que nadie me golpeara o se burlara de mi realidad?
Los amé a todos, les desee y les besé cada espacio de sus cuerpos. Les hice el amor desde mi bañera, en mi cama o en algún lugar solitario. Cualquier lugar que me permitiera echar a volar la imaginación. Les amé, aunque nunca supieron de mi amor y del roce de mis labios.
Amé a varios chicos desde el silencio y con mis manos en movimiento. Hoy soy feliz, ayer nunca lo fui.
Este ensayo forma parte de mi libro Fundamentos de la Equidad y el Discrimen, el cual pueden conseguir en Amazon en este enlace: https://www.amazon.com/dp/1717919588
Cuando el amor bese a la libertad, viviremos mejores tiempos.
Columna inédita, (2015).