SEGURIDAD PARA TODOS Y TODAS
POR: FRANCISCO CARTAGENA MÉNDEZ
ESCRITOR Y ACTIVISTA SOCIAL
1ro de octubre del 2011
Puerto Rico isla de encanto. Dama e india de hermosura eterna, la del canto de tierra fértil y cálida, no te has merecido tú, que nos engalanas con tu belleza, el odio y el espanto de tus hijos, que de criminalidad bañan la falda de tus playas y tu frente de arena. ¡Oh Borinquén bella! Que nunca opaquemos tu encanto, si hoy por lejanas tierras ya se va escuchando, Puerto Rico se ha convertido en la isla del espanto.
El término seguridad proviene de la palabra securitas del latín. Cotidianamente se puede referir a la seguridad como la ausencia de riesgo o también a la confianza en algo o alguien. La seguridad es un estado de ánimo, una sensación, una cualidad intangible. Se puede entender como un objetivo y un fin que el hombre anhela constantemente como una necesidad primaria.
La conceptualización del término seguridad que antecede a este párrafo se aleja de la realidad puertorriqueña, aunque los dirigentes del país, como el gobernador Luis Fortuño, pretendan hacer creer lo contrario. El reclamo de la inmensa mayoría del pueblo no va a cesar con promesas o expresiones que carecen de respeto y realidad. Puerto Rico ya no es un lugar seguro para nadie.
El gobierno aleja la seguridad de su gente cada vez que realiza despidos masivos como ocurriera con la Ley 7. Así la exclusión social, ocasionada por el desempleo o la marginalización prolongada, el abandono escolar y el analfabetismo, los cambios en las relaciones interpersonales, el discrimen por identidad sexual, se traducen en un mayor índice de criminalidad.
Tan grave es el asunto, que Justicia Federal ha entrado a terreno boricua a supervisar a nuestra policía, lo que sugiere que algo se está haciendo mal. Está nuestra policía y el gobierno de Puerto Rico violando los derechos del estudiante y del pueblo. Por lo que se hace necesaria la educación continuada en nuestra policía y mayor rigor a la hora de evaluar posológicamente la capacidad de nuestros policías, para llevar a cabo las funciones y responsabilidades sociales del puesto que ejercen.
Se hace urgente también la implementación de nuevos diseños curriculares que permitan enseñar desde temprana edad en nuestras escuelas sobre temas esenciales como diversidad, violencia de género, criminalidad, y valores inclusivos, lo que podría ser un buen comienzo para hacer frente a la ola criminal. Por otro lado la creación de empleos y un mayor apoyo al empresario puertorriqueño pudiera favorecerse del recaudo de mayores contribuciones a las grandes multinacionales que tanto beneficio tienen en nuestra isla.
Por último, nuestro Sistema Judicial está lanzando a la calle a criminales que por ser jóvenes y cometer su primera ofensa, aún cometiendo actos criminales tales como; agresiones graves e intentos de asesinatos, (aunque esta ofensa le cueste casi la vida a la víctima) se les otorga sentencias de probatorias que cumplirán en la calle. Teniendo oportunidad de volver a cometer actos criminales, antes de verdaderamente ser rehabilitados. Quizás solo se pretende el estado no tener que aceptar públicamente la alta incidencia criminal que nos arropa, intentando bajar los números estadísticos de criminales en las cárceles.
El desempleo, el discrimen y las agresiones a homosexuales, violentar y agredir los derechos de los estudiantes universitarios, y tener una policía arrogante que criminaliza al ciudadano que pide su ayuda, son algunas tristes realidades y puntos con los que se debe trabajar con carácter de urgencia y apertura mental, para un logro efectivo en la disminución de la criminalidad.
Pero estando el gobierno en una fase de negación de lo que verdaderamente está ocurriendo, el camino solo es uno, seguir escuchando amarga melodía, “Puerto Rico se está convirtiendo en la isla del espanto”. Comentarios a: eljimagua@live.com