6-Junio-2009
Periodico El Nuevo Dia, Voces
http://www.elnuevodia.com/voces/577874/
FRANCISCO CARTAGENA
Escritor y Activista Social
El sentir homosexual
Apenas un gobierno se expresa en torno a la supuesta igualdad de derechos, esa expresión no puede ofender ni menoscabar la diversidad. Ni promover un estado teocrático que condena como herejes a aquellos que piensan y son de una forma diferente. Mucho menos puede adentrarse en las contradicciones nefastas sobre la aparente separación entre Iglesia y Estado.
A diario hay personas que viven con el sentir homosexual, sienten en carne viva y en el centro de sus corazones el rechazo, el discrimen y la homofobia en su más cruda realidad. Vivir dentro de un armario no es, como piensan muchos, lo mejor de dos mundos. Dentro de ese armario se guardan las peores combinaciones de ropa con las cuales se puede vestir al corazón: mentira, impotencia, temores, llanto y mucho dolor.De niños son muchas las vivencias que pasan ocultas bajo el manto de la curiosidad y la ignorancia y no es hasta la adolescencia cuando ese armario se va llenando de incandescente fuego, de ese que quema al alma, que la oprime y la hace mantenerse sumisa ante la crueldad de un sector de la sociedad, que aún no comprende y acepta su realidad.
En la juventud ya el corazón va librando una ardua batalla en torno al ser o no ser. Algunos pocos hallamos el valor para enfrentarnos a nosotros mismos y a nuestros familiares, para luego con gallardía enfrentar al mundo ante nuestro fehaciente sentir.
Pero tristemente y por esa misma crueldad que escupe la sociedad intolerante, muchos deciden dejar cerrado su armario, llevando una doble vida. Aparentando ser aquello que no son, por el temor a la burla, a las ofensas y al rechazo. Rechazo del que muchas veces son testigos entre sus propios familiares y amigos, quienes, en su ignorancia, ofenden con inhumanidad, en su desconocimiento de que quizás uno de los suyos son aquello que juzgan con tanta insensibilidad, aumentando así la angustia del oyente.
El Gobierno es responsable de parte de la carga de miles de personas que, cada noche, se acuesten a dormir con el temor y la tristeza dentro de sí. A través de la debilidad ante el sector religioso, se aprueba medidas legislativas en contra de la comunidad LGBT (lesbiana, gay, bisexual y transgénero) o donde se mutila la otorgamiento de mayores derechos a nuestra comunidad, sobre la base de ideas fundamentalistas.
Una acción certera sería la privatización del pensamiento colectivo fundamentalista y la separación entre valores que son religiosos y valores que lo son en sí mismos, ya sea el respeto a las sociedades privadas, al individuo privado o al propio derecho de un individuo a la privacidad.
Para eso hay que colocar como fundamento el principio de que todo ser humano es una persona, dotada de inteligencia libertad y que, por lo tanto, de esa misma libertad nacen al mismo tiempo, derechos universales inviolables. Las diferencias no se hallan en el color, en el género, en la posición social o en la orientación sexual. La diferencia radica en los valores, en el grado de tolerancia que los seres humanos hayan adquirido y en su capacidad de servicio a los intereses de la sociedad. Nada más ni menos que esto.
Conocer a fondo lo que verdaderamente significa la lucha por la igualdad de derechos para la comunidad LGBT es reconocer los derechos que todos y todas tenemos como personas, merecedores de respeto, de igual trato y de justicia. Todo lo contrario que se evidenció en el nombramiento fallido de Johanne Vélez por el mero hecho de expresarse a favor del matrimonio gay. Todo lo contario es escuchar al presidente del Senado hablar de familias torcidas. Todo lo contrario, recordar la infame Resolución 99.
Inequidades todas que nos mueven a reflexionar sobre la necesidad de vivir en una sociedad de hermandad, igualdad de derechos y oportunidades, en donde nadie se sienta discriminado.
Y es la tolerancia el único medio para eliminar el discrimen en todas sus facetas. eljimagua@live.com