Hay muchas razones por
las que los seres humanos podemos llorar. Pero al homosexual le sobran razones
no solo para hacerlo, sino para convertir ese llanto en fuerza y vida. ¡Levante
esa frente muy en alto!
Hay un joven en su
cuarto en solitario. Se encuentra llorando inconsolablemente. Su cielo se tornó
gris cuando escuchó a su propio padre burlarse de los homosexuales. Resulta,
que este joven de 16 años de edad, ya sabe que es eso mismo que su padre burla
sin mesura alguna.
Cuando un homosexual
llora, lo hace ante el discrimen que siente de los demás, o por el temor a que
se descubra su verdad. Puedo asegurar que no solo está llorando, sino que sufre
en silencio el oprobio de ser juzgado sin razón alguna.
Hay homosexuales que
lloramos, cuando nos enteramos que otros joven gay, se quitó la vida por causa
del discrimen y el rechazo.
Desde temprana edad los
homosexuales nos enfrentamos a dilemas con nuestra propia persona, nuestros familiares
y el entorno en el que nos desenvolvemos, pues nuestra identidad sexual está
sujeta al discrimen y el rechazo.
Un homosexual llora cuando
siente que es adusto el señalamiento a su identidad sexual de nacimiento. Se
llora, porque sabemos de historias pasadas, en las que homosexuales fueron víctimas
de rechazos y golpizas por sus propios familiares, tras éstos enterarse que
eran gays.
Lloramos porque desde
temprana edad escuchamos la palabra “pato” de manera despectiva en nuestra
contra. Ese insulto milenario que escuchamos en la escuela, en el vecindario,
en la televisión y en la radio.
Un homosexual llora
agostado de rencor con la vida, porque sabe que no es justo, no poder vivir y
amar con la misma libertad de los heterosexuales. ¿Cómo va a hacerlo? Si la religión
ha logrado cercenar los pensamientos de sus familiares y amigos, que temen a lo
que la religión tanto condena, a los homosexuales.
Lo más importante en
este corto recorrido por las lágrimas del homosexual, es que ayudemos a quienes
son más jóvenes, a convertir ese llanto en toda una muralla contra el discrimen.
Quienes dejamos atrás
el llanto que ocasiona el temor y el rechazo, y que vivimos hoy nuestra
homosexualidad libremente, podemos ser personas de ejemplos en la vida de
muchos jóvenes que no saben cómo controlar su llanto.
El homosexual también llora porque
ha perdido las ganas de vivir y ha pensado en dar paso al suicidio. Es por ello
que es importante que reflexionemos, si vamos solo a quejarnos por encima del
discrimen y el fundamentalismo…
… o si por el contrario, nos interesaremos en crear campañas y nuevas
maneras de promover la VIDA en el Homosexual que hoy, llora agobiado por el
discrimen, el rechazo, la burla y la condena. Comentarios: eljimagua@live.com
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