martes, 2 de mayo de 2017

Fundamentalismo Político

Por: Francisco J. Cartagena Méndez - El Jimagua.
Activista de Derechos Humanos
Presidente Fundación ASI
Embajador de la Paz de América
Proyecto Internacional #PorUnFuturoSinViolencia

Hay voces que utilizan el amor y la fe para promover odio y discrimen. Pero hay voces que habiendo sido calladas ante temores y señalamientos, gritarán sus verdades y lucharán por sus derechos; esa es la voz de la comunidad GLBT que sigue luchando en contra del odio fundamentalista. Los gobiernos deben proteger a todas las personas, sin dar paso a la discriminación por orientación sexual.

El fundamentalismo que domina las acciones políticas marca un porvenir incierto a toda la ciudadanía y a la comunidad LGBTT. Miles de seres humanos se tienen que abroquelar como pueden para no seguir siendo pisoteados (as) por la fe contradictoria. Esa fe que es predicada en contra de la igualdad de derechos. El panorama aún es desalentador, pero la lucha es activa y se lleva a cabo de frente y no a puertas cerradas.

La familia, según la Declaración Universal de los Derechos Humanos, refiere a un elemento natural y fundamental de la sociedad, por lo que tiene derecho a la protección de la sociedad y del Estado. Esta es también representada por un conjunto de personas, unidas por descendencia, matrimonio u otras relaciones, incluyendo, según las culturas, la adopción y aún la propiedad, que conforman una unidad doméstica, compartiendo residencia y cooperando económicamente y afectivamente entre sí.

En la mayoría de las familias hay personas LGBTT, así como parejas que conviven sin casarse. La familia es diversa en su expresión más amplia. Los dirigentes políticos debiendo representar acciones laicas ante la legislación de protección de derechos para todos y todas; cada día les vemos con una estrecha cercanía a la no separación entre iglesia y estado; siendo ellos quienes supuestamente buscando proteger a la “familia” terminan legislando en su contra.

Las creencias religiosas son un asunto personal y jamás deben aplicarse a los asuntos legales, jurídicos y políticos.

Los líderes políticos electos por la mayoría del pueblo tienen el deber moral y legal de proteger y otorgar las leyes a todos por igual, sin dar paso a la discriminación por orientación sexual. Hacer lo contrario (discriminar a la comunidad LGBTT) se debe a la presión de grupos religiosos que poseen agendas escondidas dentro de la casa de las leyes. Por tanto, diversos grupos religiosos terminan comprando a muchos políticos con la presión de sus votos electorales y con su poder monetario.

El amor es una acción basada en respeto, hermandad y solidaridad. El amor es la supremacía social que emana del instinto afectivo y el reconocimiento de iguales oportunidades a todo ser humano. El amor hoy no es notorio en decenas de líderes políticos y religiosos. El amor hoy sufre ante el discrimen y el odio; pero el amor es fuerte, como fuerte es nuestro deseo por una patria inclusiva y de equidades, y es por ello seguimos luchando. Porque los homosexuales también amamos. Para comentarios, eljimagua@live.com

Publicado y Derechos Reservados originalmente por: Francisco El Jimagua Cartagena, 2010.

#PorUnFuturoSinVIolencia