sábado, 7 de septiembre de 2019

Baúl erótico: Un Deseo a su Cuerpo



Por Francisco "El Jimagua" Cartagena Méndez
Escritor y Activista de Derechos Humanos
Presidente Fundación ASI
Twitter: @eljimagua


Sé que tengo todo para hacerte feliz. Puedo ser capaz de ofrecerte el placer que nunca has imaginado poder sentir, pero mis sentimientos los guardo en un triste baúl del cual tú eres la llave. Tu forma de tratarme, tu sonrisa, tu cuerpo y tú masculinidad las guardo en ese baúl, que espera ser abierto por un beso de tus labios. Sin embargo, mis esperanzas se desvanecen como el humo del cigarrillo que se quema solitario en mis dedos.

Su cuerpo me crea imágenes eróticas. Le pienso a todas horas; a la salida del sol junto al despertar de los estambres y el cantar de los pájaros; al abrir mis ojos entristecidos o al acariciar mi entrepierna mientras me baño en la mañana.

Jesús es un chico de baja estatura, tiene el cabello de color negro y lacio, su sonrisa es enloquecedora y su personalidad muy encantadora. Es llenito y muy varonil, creo que eso me despierta aún más la curiosidad ante su cuerpo. El único problema es que Jesús es heterosexual.

Recuerdo que un día me invitó a bailar salsa, pues él es bien sociable y seguro de sí mismo. Cuando bailábamos bien pegados sentí emociones muy confusas. Sentir mi pantalón junto al suyo me provocó pensamientos llenos de deseos; mucho más cuando de pronto (aún bailando juntos) comenzó a hablarme cerca del oído, tan sólo quería robarle un beso, pero me contuve.

No quiero perder su amistad, por más sufrir que me cause no confesarle lo que siento por él.
Por el momento me lo imagino desnudo junto a mi cuerpo; besando su sonrisa y devorando su cuello en un momento de pasión. Me imagino a Jesús rosando su tallo erguido sobre el mío, pienso a sus labios besando mi pecho hasta llegar a mí entrepierna. Luego le pienso adentrándose en mí y haciéndome gritar tanto placer enamorado, para escucharlo a él cantar ese orgasmo que nunca se pensó poder cantar, salvo con mi sexo incandescente.

Aún la esperanza de hacerlo mío no se desvanece por completo, pues acabo de encender otro cigarro.
Derechos reservados por: Francisco “El Jimagua” Cartagena Méndez
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