EL
FUNDAMENTALISMO EN MI FRENTE
POR: FRANCISCO “EL JIMAGUA” CARTAGENA MÉNDEZ
ESCRITOR Y ACTIVISTA SOCIAL
eljimagua@live.com
Mi
frente es una sábana de arena, en la que alguna vez cubrí mi vergüenza. Alguna vez lloré por detrás del rosal, espina
tras espina para hincarme y descubrirme en los tiempos de la adolescencia. Luego
sentado en la nube escondida todo aterrorizado al dedo que juzgaba mi
identidad, lancé un grito por mi homosexualidad y en la lluvia bendecida
encontré mi libertad.
El
discurso fundamentalista basado a una interpretación textual y literal de un
libro que fue escrito por el hombre, siendo magnificado a la palabra Divina, oprime
segmentariamente a la comunidad LGBTT. Es un acoso opresivo al verbo que se
torna retrógrada y que encarcela el libre pensamiento. También ejerce presión
al influir profundamente en la sociedad y la esfera política del país.
Este
discurso casi extremista juzga, de manera rampante, a las personas de la
comunidad homosexual. Ahora preparaos para quedar en evidencia, pues resulta que quien acusa al pecador, peca de juzgar a su prójimo.
Citemos la biblia. Antes, quisiera exhortarle a quien ame y base su vida ante la biblia, a que
no sea extremista, a no tomar literalmente los textos bíblicos. Hacerlo es un
gran peligro si por ejemplo citamos las condenas de los Levíticos y
Deuteronomio.
Los levíticos siendo humanos que representaban el pensamiento de una época
muy lejana a la actual, nos dicen que; “no te acostarás con varón como con
mujer; es abominación. (Levíticos 18:22). Si alguien se acuesta con varón, como
se hace con mujer, ambos han cometido abominación: sobre ellos su sangre.
(Levíticos 20:13).
Pero los Levíticos son aún más radicales en otras
condenas. "Los adúlteros serán apedreados
hasta la muerte" (Levíticos 20:10). “Afeitarse todo el pelo será un
crimen capital” (Levíticos 19:27), por último prohíbe so pena capital el comer crustáceos
(levíticos 11: 9-12).
Más triste resulta la condena a niños desobedientes los cuales “serán expulsados fuera de la ciudad acusados de borrachos y glotones, y serán apedreados hasta la muerte” (Deuteronomio 21:18-21).
El
dedo de los fundamentalistas sobre la comunidad LGBTT, toma literalmente a
Levíticos para condenar la homosexualidad e ir en contra de la otorgación de
nuestros derechos. Irónicamente no ponen en práctica las otras condenas que
aparecen en la biblia, como la de “no juzgarás a tu prójimo”.
Si
tomáramos literalmente los textos bíblicos para basar nuestra política pública
o las leyes del país, no hubiera niños, pues todos son desobedientes en algún
momento. También tendríamos que romper muchas montañas para apedrear
descabelladamente a quienes disfrutan de una sabrosa langosta, a hombres y mujeres en adulterio y a los que
se rapan la cabellera.
La
condena en la frente de miles de seres
humanos a quienes se nos otorgó la etiqueta “homosexual” tiene que acabar con
la otorgación de nuestros derechos. El deber político está separado a la
creencia religiosa en nuestra constitución y de proteger a todos sus
ciudadanos. Todos somos catalogados como iguales ante la Ley, pero la Ley y los
derechos no son para todos.
La biblia es un libro tan enorme y en el cuál sólo se
suelen citar cinco ejemplos claros para usarlos contra los homosexuales. Sin
embargo quienes utilizan la biblia para alimentar su odio fundamentalista, intencionalmente
pecan de no hacer lo propio con los mandatos de amor y misericordia que nos
enseña Jesús.
Si para educarme sobre la palabra Divina, pecarás al
juzgarme, y atentar en contra de mi dignidad como ser humano, mi identidad
sexual de nacimiento, quítame el dedo juzgador de mi frente. La salvación es individual y debemos comenzar
por amarnos los unos a los otros, sin gritar el pecado ajeno, cuando le vuestro
se disfraza de cordero.
Francisco
El Jimagua es Activista de Derechos Humanos y presidente de la Fundación ASI,
(Acción Social Inclusiva Inc.,). Para comentarios al autor eljimagua@live.com.
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