lunes, 11 de febrero de 2013

Columna - EL FUNDAMENTALISMO EN MI FRENTE



EL FUNDAMENTALISMO EN MI FRENTE

 POR: FRANCISCO “EL JIMAGUA” CARTAGENA MÉNDEZ
ESCRITOR Y ACTIVISTA SOCIAL
eljimagua@live.com 
  
Mi frente es una sábana de arena, en la que alguna vez cubrí mi vergüenza.  Alguna vez lloré por detrás del rosal, espina tras espina para hincarme y descubrirme en los tiempos de la adolescencia. Luego sentado en la nube escondida todo aterrorizado al dedo que juzgaba mi identidad, lancé un grito por mi homosexualidad y en la lluvia bendecida encontré  mi libertad.

El discurso fundamentalista basado a una interpretación textual y literal de un libro que fue escrito por el hombre, siendo  magnificado a la palabra Divina, oprime segmentariamente a la comunidad LGBTT. Es un acoso opresivo al verbo que se torna retrógrada y que encarcela el libre pensamiento. También ejerce presión al influir profundamente en la sociedad y la esfera política del país.

Este discurso casi extremista juzga, de manera rampante, a las personas de la comunidad homosexual. Ahora preparaos para quedar en evidencia,  pues resulta que  quien acusa al pecador, peca de juzgar a su prójimo. 

Citemos la biblia. Antes, quisiera exhortarle a  quien ame y base su vida ante la biblia, a que no sea extremista, a no tomar literalmente los textos bíblicos. Hacerlo es un gran peligro si por ejemplo citamos las condenas de los Levíticos y Deuteronomio.

Los levíticos siendo humanos  que representaban el pensamiento de una época muy lejana a la actual, nos dicen que; “no te acostarás con varón como con mujer; es abominación. (Levíticos 18:22). Si alguien se acuesta con varón, como se hace con mujer, ambos han cometido abominación: sobre ellos su sangre. (Levíticos 20:13).

Pero los Levíticos son aún más radicales en otras condenas. "Los adúlteros serán apedreados hasta la muerte" (Levíticos 20:10). “Afeitarse todo el pelo será un crimen capital” (Levíticos 19:27), por último prohíbe so pena capital el comer crustáceos (levíticos 11: 9-12).

Más triste resulta la condena a niños desobedientes los cuales “serán expulsados fuera de la ciudad acusados de borrachos y glotones, y serán apedreados hasta la muerte” (Deuteronomio 21:18-21).

El dedo de los fundamentalistas sobre la comunidad LGBTT, toma literalmente a Levíticos para condenar la homosexualidad e ir en contra de la otorgación de nuestros derechos. Irónicamente no ponen en práctica las otras condenas que aparecen en la biblia, como la de “no juzgarás a tu prójimo”.

Si tomáramos literalmente los textos bíblicos para basar nuestra política pública o las leyes del país, no hubiera niños, pues todos son desobedientes en algún momento. También tendríamos que romper muchas montañas para apedrear descabelladamente a quienes disfrutan de una sabrosa langosta,  a hombres y mujeres en adulterio y a los que se rapan la cabellera.

La condena  en la frente de miles de seres humanos a quienes se nos otorgó la etiqueta “homosexual” tiene que acabar con la otorgación de nuestros derechos. El deber político está separado a la creencia religiosa en nuestra constitución y de proteger a todos sus ciudadanos. Todos somos catalogados como iguales ante la Ley, pero la Ley y los derechos no son para todos.

La biblia es un libro tan enorme y en el cuál sólo se suelen citar cinco ejemplos claros para usarlos contra los homosexuales. Sin embargo quienes utilizan la biblia para alimentar su odio fundamentalista, intencionalmente pecan de no hacer lo propio con los mandatos de amor y misericordia que nos enseña Jesús.

Si para educarme sobre la palabra Divina, pecarás al juzgarme, y atentar en contra de mi dignidad como ser humano, mi identidad sexual de nacimiento, quítame el dedo juzgador de mi frente.  La salvación es individual y debemos comenzar por amarnos los unos a los otros, sin gritar el pecado ajeno, cuando le vuestro se disfraza de cordero.

Francisco El Jimagua es Activista de Derechos Humanos y presidente de la Fundación ASI, (Acción Social Inclusiva Inc.,). Para comentarios al autor eljimagua@live.com.

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