Evangelios
del odio y la pederastia
Por:
Francisco el Jimagua
“RELIGIOSO FUNDAMENTALISTA - No me envíes ni
condenes al infierno. Porque ese lugar está
tan lejos de mi pensamiento libre y gallardo.
Porque tu temor al homosexualismo solo representa dos caminos. El
primero me dice que eres lo que condenas y no tienes el valor de aceptarte. El
segundo camino me canta que simplemente eres un fanático y desquiciado mental
que robas la fe y la esperanza del ser humano utilizando el poder de la
religión”.
Se han vuelto tan
recurrentes los titulares como este; “Un pastor propuso en su sermón la opción
de aislar a los homosexuales “hasta que mueran”. Estas personas del odio quieren cercar nuestra
dignidad humana. Condenan nuestros cuerpos al purgatorio en donde solo se
quemarán ellos. Ellos, los evangelistas
que juzgan a su prójimo, y que por no amarnos como a ellos mismos, tienen asegurado una ‘suite’ en el infierno
que solo existe en la falsedad de sus mentes.
Yo suelo ser del
hombre libre que no teme a la palabra de otro hombre si la del Divino ha sido
amancillada. Ciertamente es asqueante la proliferación de sacerdotes y líderes
religiosos que escupen estiércol con sus bocas al hacer declaraciones en contra
de las personas homosexuales.
Jesucristo en su
historia bíblica (traducida y trastocada cientos de veces) vino a la tierra a
perdonar los pecados de la humanidad. Algunos expresan que abolió el
pecado. Entonces porqué nos acusan de
pecado si Jesús lo erradicó. Ciertamente no puedo desviarme del tema principal
otorgando líneas y párrafos a las contradicciones bíblicas sobre pecado,
humanidad y derechos, si en fin, sujeta la biblia a la interpretación, es interminable el
debate.
La identidad sexual
de la homosexualidad NO ES UN PECADO. El amor como sentimiento de afecto,
necesidad mutua entre dos personas, deseos, instinto y respeto no puede ser
pecado. Si entre personas del mismo sexo nace un amor fehaciente, es porque
simplemente es real, y como real merece respeto.
Los evangelistas
del odio se equivocan en sus expresiones, las cuales otorgan mecanismos para
incrementar la homofobia. Decenas de feligreses que domingo tras domingo
escuchan a un sacerdote o a un pastor condenar y decir que los homosexuales son
aberrantes, que no deben de existir y que merecen estar muertos, envían un
mensaje de odio y una licencia implícita en la mente del receptor de que puede
agredir y burlarse de un homosexual.
¡Son aberrantes y deben estar en el infierno!
es el mensaje que envían. De estos postulados eclesiásticos tan llenos de odio
surge una metamorfosis mental en personas que se sienten con el derecho de
agredir a otro ser humano por simplemente ser homosexual.
Pero no hablan
ellos de la pederastia. No hablan de cómo miles de sacerdotes y pastores alrededor
del mundo utilizan la ‘Casa de Dios’ para cometer actos horrendos de
violaciones sexuales a niños y niñas inocentes que confían en los predicadores
de la palabra de Dios. Sobre ese tema prácticamente no hablan, y la razón es
que muchos de estos religiosos que escupen odio son pederastas, son los
verdaderos demonios en la tierra.
CRISTIANO en tu
misión de evangelizar, el odio no debe ser una opción. Al juzgar y ofender la
identidad sexual del homosexual lo alejas de la iglesia, y posiblemente en
muchos casos, provocas suicidio y mucho sufrimiento en jóvenes y personas que
no encuentran consuelo ante tu homofobia. Como seres humanos que somos todos y todas, lo
ideal sería que expreses tus ideas con respeto si al fin y al cabo existe el
libre albedrío, el cual haces falso al juzgarnos.
Los homosexuales
en la privacidad de un cuarto llevan a cabo la práctica homosexual “supuesto
pecado”, y con el uso de su libre albedrío no debes ni puedes condenarles. El
amor de Jesucristo no es representado por los evangelistas del odio y los
pederastas.
El AMOR
HOMOSEXUAL se acerca más a Dios, Ala, Yevah, como deseen llamarle. Porque no nos ven ustedes, a nosotros los
homosexuales hablando con tanto odio en contra de quienes tanto nos
ofenden.
Las catedrales y
las iglesias se llenan de semen al grito del ladrillo silenciado. Hay miles de
niños y niñas han conocido el infierno en la tierra, ante violadores de su
inocencia y su dignidad humana, que vestidos de evangelistas son los verdaderos
demonios hacen estragos en la Casa de Dios.
¡Que me envías
al infierno por ser homosexual y una supuesta “aberración”, entonces dime, ¿te
guardo un lugar acá abajo, por incumplir el mandato de Dios de no juzgar a tú
prójimo? Condena y censura a lo que verdaderamente lo merece.
Francisco J. Cartagena Méndez - El Jimagua - es Escritor y Activista Social. Para comentarios eljimagua@live.com
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