Sembré una flor
Sembré una flor, en el rosal de la ilusión.
con lagrimas del alma yo le regué,
y aunque por tu amor casi desmayé
en el crudo invierno de una traición,
el sol de mi corazón le hizo germinar.
Sembré una rosa con grata emoción,
y tu indiferencia le quiso marchitar
reguémosla juntos con sincero amor,
y así permanezca bella por una eternidad,
reguémosla con exuberante pasión
y así crear el mas hermoso rosal.
Sembré, ¡Yo sembré una bella flor!
y su traición sus pétalos logró arrugar,
que cayeron en la hoguera de mi pecho.
Mas he de cambiar el rozar de mi corazón
con la esperanza de un nuevo amor,
retornando en valles de felicidad
ante un alba claro flamante y sincero
entre sentimientos, fehacientes y ciertos.
Es ahora mi rosal, gallardo y esplendido.
Bravío como el corazón, ¡cuan guerrero!
Un hombre trae consigo un amor de respeto
a mi jardín pasional y desmedido.
Aquí estoy pues, para amar de nuevo.
Autor: Francisco J. Cartagena Méndez
El Jimagua * Derechos Reservados ©
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